De poco sirve el legado de las rocas, la acción de los elementos y la cobertura viviente si no somos capaces de investigar, comprender y compartir sus claves con la sociedad. La investigación científica es la base sobre la que se construye todo el conocimiento que hoy podemos transmitir. Sin la labor constante de geólogos, biólogos, climatólogos y otros especialistas, sería imposible conocer los procesos que han dado forma a este territorio, la evolución de sus ecosistemas y la interacción entre el ser humano y su entorno.

Investigar es el primer paso para garantizar que la información que se pone a disposición de la ciudadanía sea rigurosa y esté actualizada. Todo lo que se explica, interpreta y divulga, una vez traducido a un lenguaje accesible, deriva directamente de estudios y proyectos científicos que, a menudo, requieren años de trabajo y colaboración entre instituciones.

Para que este conocimiento no quede restringido a círculos académicos, resulta imprescindible diseñar estrategias de comunicación y herramientas de interpretación del patrimonio natural. Estas técnicas permiten digerir la enorme cantidad de datos que la ciencia genera, transformarlos en relatos comprensibles y acercar a la población local y visitante la historia geológica, biológica y cultural de este rincón del planeta.

Por tanto, investigar es una responsabilidad colectiva, ya que solo mediante la transferencia del conocimiento a la sociedad podemos fomentar la sensibilización, la conservación y un uso responsable de los recursos naturales. Sin ciencia no hay relato; sin relato no hay conciencia; sin conciencia no hay futuro para nuestros paisajes ni para quienes los habitan.