El Geoparque
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Ubicado entre la Bahía de Santander y Punta del Pollo o Punta Calderón, en Santillana del Mar, y comprendiendo ocho municipios (Santander, Camargo, Santa Cruz de Bezana, Piélagos, Miengo, Polanco, Suances y Santillana del Mar), el geoparque no solamente es un territorio muy atractivo, sino que además muestra un conjunto único de formas litorales y rasgos que proporcionan la oportunidad de presenciar la geología en acción y descubrir de un modo directo y sencillo el origen y evolución de nuestra tierra.
Los visitantes pueden comprender esta historia geológica gracias a ejemplos sobresalientes que se encuentran a lo largo de las sendas litorales y el interior. La simple observación de estos rasgos tan elocuentes inspira las mismas ideas y conclusiones a las que llegaron los primeros geólogos, incluso para el público no familiarizado con las Ciencias de la Tierra. La Geología es aquí, sin duda alguna, para todo el mundo.
La incesante confrontación entre las capas inclinadas de roca y la acción marina ha producido un conjunto muy diverso de estructuras y formas que se extienden a lo largo de unos 20 kilómetros de litoral: Acantilados, arcos, islotes, ensenadas, playas, tómbolos, dunas, flechas litorales y estuarios muestran la constante e implacable evolución de las áreas costeras. Una mirada más atenta a los afloramientos rocosos revela los vestigios de antiguos arrecifes tropicales, enormes playas y bosques, ecosistemas marinos congelados en el tiempo y los eventos que los aniquilaron. Pero además el Geoparque muestra la estrecha relación del ser humano con el patrimonio geológico a lo largo de la historia.
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En el marco de su reciente reconocimiento como Geoparque Mundial de la UNESCO, el Geoparque Costa Quebrada presenta una nueva identidad visual. Esta nueva marca parte de una reinterpretación del logotipo anterior —cuando el territorio aún era aspirante— manteniendo como elemento central la letra “Q”, que albergaba en su interior la silueta de un Micraster, un erizo fósil característico de la zona de Portío y Cerrias. El nuevo diseño apuesta por un grafismo más abstracto y sintético, alineado con los estándares internacionales de comunicación visual.
En torno a esta “Q” se ha creado un sistema gráfico compuesto por elementos que, al disponerse en conjunto, evocan una línea de urros y, de forma sugerente, pueden leerse como “Costa Quebrada”, el certero epígrafe que imaginó Jesús Mojas para definir un territorio tan singular. Esta nueva marca no busca representar literalmente, sino invitar a la interpretación personal, reflejando así la riqueza, diversidad y complejidad de un territorio que ahora cuenta con una proyección global y cuyo valor exige un compromiso firme con su conservación.
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El Geoparque es una iniciativa de la sociedad civil, de la Asociación Costa Quebrada, para dotar a un territorio valioso de una estrategia de desarrollo socioeconómico y cultural respetuoso.
Este desarrollo debe poner en valor unos recursos paisajísticos y geológicos privilegiados, favoreciendo el establecimiento de relaciones afectivas y económicas entre los habitantes y el territorio que posibiliten su conservación y mantenimiento como legado.
El Geoparque sigue para lograr este objetivo un plan de implantación progresivo según el cual las diferentes dotaciones y servicios van estableciéndose y mejorándose gradualmente, de año en año, estudiando cuidadosamente cada uno de sus pasos estratégicos, e implicando a las administraciones, los sectores y ciudadanos del territorio en una tarea colectiva de crecimiento y mejora continua.
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El corazón de Costa Quebrada es una síntesis espectacular de dinámica costera. En sus kilómetros de litoral se puede encontrar un catálogo que reúne casi todos los tipos de morfologías erosivas y de depósito posibles en las costas: Marismas, playas reflexivas y disipativas, tómbolos y campos dunares alternan con acantilados, cabos, ensenadas, istmos, islotes, agujas, plataformas de abrasión, rasas elevadas, socavones, bufones y valles colgados.
Pero lo fundamental aquí es que ese rico y expresivo conjunto de formas permite recapitular la historia erosiva de esta costa en retirada, reconstruir su aspecto pasado y adelantarnos a su evolución futura, ya que presenta diferentes patrones y fases de un proceso de retroceso litoral controlado por la estructura geológica y la alternancia de materiales con diferentes grados de resistencia a la erosión marina.
Por todo ello, el tramo comprendido entre San Juan de La Canal y la Marisma de Miengo ha sido incluido en el catálogo de Global Geosites -que reúne los lugares geológicos más relevantes del mundo- con la denominación Dunas de Liencres y litoral de Costa Quebrada (código CB-010).
Además de sus valores geomorfológicos, los afloramientos costeros desvelan un rico patrimonio estratigráfico y paleontológico, que permite indagar en el origen y los ambientes en los que se formaron los materiales que están siendo esculpidos por el oleaje.
En ellos se encuentran atrapadas las pruebas y pistas que permiten reconstruir los principales sucesos que acontecieron durante los últimos 125 millones de años en este rincón del planeta: Colisiones continentales, elevación de cordilleras, cambios en el nivel del mar, etapas estables, cambios climáticos, extinciones biológicas y otros fenómenos han quedado petrificados para siempre.
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El territorio de Costa Quebrada es un área privilegiada que contiene algunas de las manifestaciones más relevantes y conocidas de la prehistoria europea. Pero además es el escenario de algunos de los episodios históricos más relevantes de Cantabria.
La presencia en el territorio de varias especies humanas durante el Paleolítico nos lega uno de los conjuntos de artefactos y manifestaciones artísticas más ricos e importantes del mundo. Desde los bifaces musterienses relacionados con Homo neanderthalensis hasta los sencillos picos asturienses del Epipaleolítico, pasando por el arte mueble y los más exquisitos paneles de pinturas y grabados magdalenienses, de fama universal, este territorio permite sumergirse en el contexto en el que nuestros antepasados llegan a Europa, además de indagar en las cosmovisiones y la vida cotidiana de aquellos primeros pobladores.
Las edades de los metales también dejan su impronta en el territorio, especialmente la Edad del Hierro, contexto en el que se produce la romanización de los Cántabros prerromanos, refugiados durante la contienda en sus castros defensivos, y que nos legan una serie de estelas discoideas gigantes que constituyen una iconografía con una fuerte componente identitaria para los cántabros modernos.
Se encuentran también en el territorio numerosos vestigios medievales, como singulares enterramientos visigóticos o la profusión de edificaciones militares, religiosas o civiles repartidas por el área, y que entroncan con la génesis de las Asturias de Santillana y los conflictos nobiliarios que dan lugar al embrión de la moderna Comunidad Autónoma de Cantabria.
Ya en la Edad Moderna, la demanda de madera para las fábricas de cañones cercanas modifica radicalmente el entorno, provocando una deforestación que llega hasta nuestros días, mientras que la liberalización del comercio con América tiene como consecuencia la aparición en los municipios cercanos al puerto de Santander de una de las más altas densidades de molinos fluviales y de mareas de Europa.
También los hechos históricos más recientes dejan su impronta en Costa Quebrada. La red de trincheras, búnkeres y nidos de ametralladora repartidos por el litoral, y especialmente importantes en el macizo del Tolío, dan cuenta de la importancia estratégica de este territorio durante la Guerra Civil Española.