Summary
Los acantilados costeros de Costa Quebrada constituyen un hábitat de alto valor geológico y ecológico. Su origen se debe a procesos de erosión marina activa sobre materiales sedimentarios de edad cretácica y paleógena. Este sistema dinámico da lugar a rasas intermareales, plataformas abrasivas, farallones y derrubios.
Los acantilados costeros de Costa Quebrada constituyen un hábitat de alto valor geológico y ecológico. Su origen se debe a procesos de erosión marina activa sobre materiales sedimentarios de edad cretácica y paleógena. Este sistema dinámico da lugar a rasas intermareales, plataformas abrasivas, farallones y derrubios.
La exposición a salinidad, vientos intensos y cambios térmicos ha favorecido la colonización por especies vegetales halófitas y psamófilas, adaptadas a condiciones extremas, como Crithmum maritimum, Armeria pubigera o Limonium humile. En las zonas de mayor salpicadura se desarrollan comunidades de líquenes y musgos altamente especializadas.
A nivel faunístico, destacan las poblaciones de aves marinas nidificantes o migratorias, como el cormorán moñudo (Gulosus aristotelis) o el paíño europeo (Hydrobates pelagicus), cuya conservación está regulada por la Directiva Aves. Estos ecosistemas también albergan invertebrados endémicos y contribuyen a la conectividad ecológica del litoral cantábrico.