Nuestros prados son el resultado de la actividad humana, especialmente la ganadería, que mantiene la vegetación en su estado mediante el pastoreo, la siega y el abonado.Muchos tienen su origen en la deforestación que experimentó nuestro territorio durante el siglo XVIII para la construcción de barcos y de cañones.
Son ecosistemas construidos y mantenidos por el ser humano con el propósito de proveer pasto para el ganado (denominado verde) y forraje para su conservación (hierba) cuando hay excedente de producción.
los prados están formados por plantas herbáceas verdes de baja estatura, raíces poco profundas que forman un entramado denso y diverso. La flora dominante incluye gramíneas, leguminosas, compuestas, llantenes y otras muchas familias de herbáceas que contribuyen a la riqueza del hábitat. Han sustituido a los bosques originales de la zona, especialmente al bosque mixto atlántico y, en menor medida, al encinar cantábrico.
Las praderas sostienen plantas y animales exclusivos que no podrían prosperar en otros hábitats, pero además atraen a especies propias de otros ecosistemas. Son ecológicamente importantes, ya que proporcionan áreas para el cortejo, nidificación, alimentación, polinización y refugio.
Al igual que otros ecosistemas, las praderas se enfrentan a desafíos, incluido el cambio climático que puede afectar a su biodiversidad, o la progresiva desaparición de especies polinizadoras debida a multitud de factores, entre los que se encuentra el uso de pesticidas. Actúan como sumideros de carbono, almacenando cantidades importantes de carbono en el suelo a través de las raíces profundas de las gramíneas.